Brawlout: Cuando eres el alumno aventajado – Análisis

Esto ya lo he visto en algún lado

[dropcap]H[/dropcap]oy en día resulta difícil destacar, y más aún si no eres el primero en pegar el primer puñetazo, aunque como en este caso, puedes asegurarte el tener bien aprendida la lección y ser el mejor de todos los aprendices.

Smash Bros, la gigante figura de Nintendo se muestra imponente ante el análisis de este título, y es que es imposible acercarse a este Brawlout sin pensar en que no, no es Mario y toda su pandilla, pero eso no quita que el plantel de personajes que se nos muestra no fuese digno de la franquicia. Luchadores creados por la propia Angry Mob Games y cameos de otras franquicias (Hyper Light Drifter, Wacamelee…) se baten en duelos de hasta 4 contrincantes en furiosas y alocadas batallas en pos de erigirse como «el rey de la montaña».

Un conocido elenco de luchadores nos espera en Brawlout.

El núcleo del juego, el eje del bien y del mal

Partiendo de la base de combate del género, batallas de 2 a 4 jugadores, llegamos a situaciones de conflicto resueltas con combos de habilidades basadas en la lectura del posicionamiento y del tipo de ataque que produzcamos. En la lectura de los movimientos del personaje que llevemos, estará la clave para poder realizar las mejores combinaciones en post de subir el porcentaje de daño, un porcentaje que incrementa la distancia de choque conforme más elevado sea su número.

Una estructura conformada por 9 escenarios distintos que varían las estrategias a usar en el combate, buen ritmo y presentación de los contrincantes, pero quizás es en este mismo núcleo es donde encontramos el peor elemento jugable, la lectura de ataques y de posicionamiento. Debido al diseño visual de los personajes, 3D, y a su escasa diferenciación con determinados escenarios, es posible que perdamos de vista en algunos momentos a nuestro luchador, segundos que se tornan infinitos si medimos la importancia de cada acción en este tipo de combates. Lo mismo sucede con los ataques, y es que cada acción de nuestro personaje necesita de un feedback visual algo más llamativo. Quizás la elección de esta austeridad visual tenga que ver con no «emborronar» la pantalla en combates numerosos, impidiendo aún más si cabe el reconocimiento de nuestro héroe. Puede, y solo puede, que estos dos grandes errores vengan de la mano, ya que forman parte de una serie de concesiones en pos de la jugabilidad.

No todo es lucha

Si bien hemos comentado que visualmente el juego tiene algunos defectos de reconocimiento, pero hay que destacar que el componente sonoro establece a la perfección la acción y la situación en la nos encontremos a la hora de realizar ataques y defensas. La música de fondo acompaña en los distintos escenarios, aunque no destaca por encima de los sucesos, un elemento bien establecido para un tipo de juego donde prima la acción por encima de todas las cosas.

Los modos de juego, sin ser abrumadores, son suficientes para la correcta comprensión y disfrute de sus mecánicas. Tenemos el modo entrenamiento e historia, ambos para afianzar nuestros conocimientos y ganar experiencia con cada uno de los luchadores que queramos probar, preparándonos con ello para la verdadera experiencia jugable, el competitivo online.

La diversión se insufla a patadas

Podríamos terminar este análisis con «el juego es divertido» pero no queremos ser escuetos en él. Si pensásemos en Brawlout como un título único en el universo tendríamos mucho que agradecerle, pero no es así, el padre del genero, Smash Bros, mira desde lo alto de su alta torre y establece las normas del juego, unas que Brawlout acata sin rechistar. Quizás sea esto mismo lo que hace que este título no destaque por encima del resto, quizás en sus infinitas dosis de referencias jugables al género olvide que puede que alejándose encuentre su sitio en el firmamento de la acción competitiva.

Si la diversión viniese supeditada a las normas Brawlout sería el alumno aventajado, uno que aprende de lo ya creado y que crea una propuesta en paralelo a la ya por todos conocida, una bocanada de aire viciado que recibimos necesitados de respirar, una que consigue que sobrevivamos en las turbulentas arenas que cubren el género. Esperemos que en un futuro los vientos que trae el equipo rumano de Angry Mob Games pueda traer todo el frescor que ansiamos y necesitamos.