The Longest Five Minutes, los minutos más largos de tu vida

Rol, 8 bits y carisma, al más puro estilo noventero

[dropcap]T[/dropcap]he Longest Five Minutes es el primer lanzamiento de NIS America en este 2018. Se trata de un juego de rol japonés cuyo apartado visual digno de la época de los 8 bits y de la clásica NES, es quizás, el elemento que más destaque a simple vista. Una vez que hemos iniciamos nuestra partida, nos envuelve con una historia clásica de los JRPG noventeros, su toque humorístico, sus personajes y su carismática narrativa. Por otro lado, algunos otros elementos, como el sistema de combate han sido especialmente decepcionantes.

Los 5 minutos más largos, y cómo se plantean, es su principal aliciente

El Rey Demonio nos da la bienvenida a su recinto y nos felicita por haber llegado hasta ahí, a la batalla final y nuestro protagonista, Flash Back (sí, así se llama), no recuerda siquiera cómo llegó hasta ahí. Así comienza The Longest Five Minutes, desde el jefe final y con nuestro personaje principal padeciendo de amnesia en el peor momento posible, olvidando completamente sus habilidades y cómo luchar, durante un combate que durará 5 minutos, en los cuales Flash irá recordando a través de episodios toda su aventura, a sus amigos y recuperando sus habilidades.

Este esquema episódico está dividido en una especie de diario y resulta bastante original, ya que a través de él, podremos rejugar los episodios que hayamos desbloqueado e incluso cambiar nuestras respuestas a algunas decisiones que se nos plantean, viendo distintas reacciones de los personajes.

The Longest Five Minutes

El carisma en la estética de los 8 bits

Respecto a los personajes; Flash Back es acompañado en todo momento por 3 compañeros: Regent, un bardo que rechaza su poderosa ascendencia mágica es pos de seguir su sueño. Clover, una sacerdotisa cuya principal motivación es la de ayudar a quien la necesite y Yuzu, una artista marcial que busca fortalecerse y proteger a sus amigos. Estos guiños a los típicos personajes de los JRPG termina bien resuelto, pues resultan interesantes y divertidos a medida de que conocemos a cada uno de nuestros compañeros y profundizamos en sus relaciones.

En este punto, el apartado artístico le aporta beneficiosamente una capa de carisma a los personajes y a la situación en la que se encuentren. Por un lado, las animaciones de los personajes son particularmente divertidas en cada situación de comedia y por otro lado, la música logra incluso aportar tensión en los momentos que lo requieren, un ejemplo perfecto de ello es la música ominosa que suena durante la feroz batalla contra el rey demonio.

The Longest Five Minutes

The Longest Five Minutes aboga demasiado por la sencillez

Un apartado sumamente importante en el JRPG es el sistema de combate. En The Longest Five Minutes precisamente es el que más puede decepcionar al jugador. Básicamente porque es demasiado simple y resulta contradictorio, en primer lugar estamos ante un sistema de combate por turnos con las clásicas opciones de atacar, usar magia, ítems y huir (sin más profundidad que esa). Sin embargo, no es necesario más que machacar el botón de atacar rápidamente y terminarás cualquier combate, sin haber utilizado magia ni ítems, salvo en algún que otro Boss que podría (hago especial énfasis en él podría) requerir que sanes a algún personaje.

En segundo lugar, la contradicción a la hora de subir nivel, si bien por cada enemigo que derrotemos ganaremos experiencia y dinero. Al iniciar cada capítulo se nos asigna un nivel “real” y el nivel que estamos “re-experimentando”, pero al iniciar el siguiente capítulo, queramos o no, tendremos un nuevo y mucho mayor nivel “real” con todo lo que ello implica (más vida, maná, estadísticas) e incluso mejor equipo. Esto provoca que pierda total sentido el hecho de combatir para subir de nivel o comprar nuevo equipo.

The Longest Five Minutes

Explorar y las misiones secundarias poco ofrecen

Lamentablemente la ya demasiada sencillez de The Longest Five Minutes no termina en el sistema de combate y el sistema de progresión. Explorar la ciudad puede darle algo de interés al hablar con las personas que las habitan y llevar a cabo algunas misiones secundarias que generalmente son muy básicas (un hombre quiere un pescado y al darnos vuelta, hay un vendedor en el puesto de comida más cercano). El mapa del mundo resulta muy limitado, poco más hay que ver y hacer además de ir directo al objetivo que nos plantea la historia en cada momento.

En conclusión. The Longest Five Minutes me ha presentado una interesante historia llena de humor y de tributos a los JRPG de los noventa, con personajes muy carismáticos y un apartado artístico dedicado a quienes disfruten de los 8 bits. Sin embargo, cae demasiado en la simpleza y falla en un apartado sumamente importante en el género, llegando al punto que disfruté viendo el título más como una novela visual de 8 bits que como un RPG. Además, quienes no manejen el inglés deben pensárselo un poco, teniendo en cuenta que la cantidad de texto es abrumadora y solo está disponible en dicho idioma.