No hay espacio para los hombres – Parte 2

El Megágono

Día 1: Objetivos

[dropcap]S[/dropcap]alí de la cueva en la que me refugiaba, el clima apenas había cambiado, seguía nevando ligeramente y a rachas moderadas. Realicé varias evaluaciones del entorno con los sensores del exotraje y los datos biométricos que pude interpretar del ordenador de a bordo de la nave. El aire era un noventa por ciento respirable, la gravimetría del planeta era levemente superior a la de la Tierra, pero nada que mi cuerpo no pudiese soportar.

Ya dentro de la nave me acerqué a los instrumentos de navegación que aún funcionaban y realicé dos inventarios, uno con víveres, útiles y herramientas, y otro de daños. El estado de la nave no era crítico, pero si grave. Propulsor de despegue dañado, varios paneles del casco dañados, y el motor de impulso necesitaba una puesta a punto, la entrada al planeta lo dejo hecho polvo al no poder recalibrarlo y ajustarlo a una reentrada adecuada. Al mirar en una de las cajas he visto una multiherramienta, benditos ingenieros pensé en ese momento, un tío brillante inventó un soldador de plasma. Ahora yo no solo tendría que arreglarlo, sino que también adaptarlo para que pudiese ser un arma con la cual poder defenderme en este planeta, el cual he calificado de hostil.

Voy a intentar mantener un ciclo de veinticuatro horas, he llegado a esta decisión al comprobar que la mañana y la noche se ha hecho larguísima, considerando como una de las prioridades conservar los biorritmos de mi cuerpo, independientemente del clima o región que me encuentre.

Aproximadamente dieciséis horas después del accidente:

He conseguido adaptar la multiherramienta, la he probado con fauna herbívora cercana, sigo refugiado en la cueva, aunque debo salir ahora en busca de materiales para reparar la nave y las comunicaciones, e intentar tratar de enviar un mensaje a casa. He calculado las provisiones y tengo comida para los próximos tres días racionándola. Esta era una misión de expedición, no de colonización. He de encontrar comida y agua, y ahora mismo el objetivo de la misión ha derivado en sobrevivir. Ni más ni menos.

Diecinueve horas después del accidente:

He decidido dormir en la nave, he escuchado ruidos extraños provenientes de la cueva en la que pase la noche anterior. He visto un brillo luminiscente, ignoro si proviene de una fuente natural o artificial. No sé qué me inquieta más ahora mismo, si el poder encontrarme a un depredador o una posible vida inteligente.

Unos minutos después:

-Dios es imposible dormir así, esta gravedad me está matando.

La gravedad, aunque ligeramente superior me estaba empezando a pasar factura de manera general, sobre todo al estómago y a la circulación. Presento pequeños síntomas anómalos, presupongo que es debido a la presión arterial debido a la gravedad. Tendré que buscar una forma de compensar la presión dentro del exotraje, espero que eso ayude.

– ¿Qué coño es eso?

Un ruido fuera de la nave me ha hecho salir. He ido a investigar y me he llevado una desagradable sorpresa. Por fin le veo las fauces abiertas a esta bestia infernal. Un ser arácnido con tentáculos y caparazón duro ha venido a darme la bienvenida, no me preocupé al principio, parecía herbívoro hasta que olió la sangre de alguna herida que me produje durante el aterrizaje. Se abalanzó sobre mí, sus tentáculos me inmovilizaron las piernas cual calamar. Intenté zafarme golpeándolo, pero, su caparazón era extremadamente duro, los golpes no funcionaban, intenté llegar a la multiherramienta lográndolo de milagro, concentré el rayo de plasma sobre el caparazón y este empezó a fragmentarse. La bestia me soltó rápidamente y murió a los pocos segundos mientras intentaba alejarse de mí.

-Un nuevo depredador ha llegado a tu paraíso. – Le dije.

Mi exotraje resultó dañado, un humo de algún tipo de ácido corrosivo de los tentáculos del animal lo habría corroído.

-No, no me encuentro bien.

Arrastrándome como pude entré en la nave y todo se volvió negro, oscuro.

-Que poco ha durado esto.

Unas horas después…

-Dios que dolor de cabeza. La cabeza me iba a explotar, ese animal debía poseer alguna toxina para inmovilizar a sus presas.

Me incorporé, subí a bordo de la nave y preparé un disco de datos para volcar todas las grabaciones del exotraje. Me ha parecido prudente también abrir una base de datos de fauna y flora del planeta en el que me encuentro. Detallaré ligeramente sus características para que quede constancia.

-Bueno, basta de descansar, es hora de ponerse en marcha, hay que reparar esta chatarra y volver a casa. –

Acumulé todas las fuerzas que me fueron posibles y decidí reparar el exotraje. Encontré depósitos cerca de la nave de un mineral conocido como Tamio9, un isótopo fisible que me valdría para reparar el traje y tal vez algunos aparatos y paneles de la nave.

La multiherramienta funcionaba como me esperaba, era como un cortador de plasma, me había pasado con la potencia, pero funcionaba, lo bueno es que era fácil de recargar. Solo tendría que conectarlo a la nave o recargarlo con algún isotopo fisible a ser posible con carga radioactiva. Miré la multiherramienta y pensé.

-Tengo una herramienta que puede tanto arreglar la nave como extraer materiales. Eso sí, puede que me quede sin el carnet de padre. Mientras miraba la pila radioactiva que acababa de instalarle.

Día 2: Después del accidente

Sigo manteniendo el ciclo de veinticuatro horas que me he impuesto. He cambiado los filtros solares de las ventanas de la nave para mantener un nivel de luz agradable. No obstante, aún es por la tarde en este planeta, con lo cual tiene un ciclo de rotación de más de veinticuatro horas, cosa que era de esperar.

Ya han pasado más de veinticuatro horas después del accidente o incidente. En el diario lo he marcado como accidente por hechos más que evidentes. He empezado a barajar la posibilidad de que fuese un incidente, ya que literalmente estoy en otro sistema solar, como poco.

Me he realizado un examen psicológico, lo he abierto con identificación de entrada AS-0001A apéndice 1. Intento no personificarme y tratar de ser lo más realista posible. Dejo grabación adjunta, puede que el resultado de la grabación pueda corromperse.

Me encuentro bastante agotado, pero he logrado reparar el traje. He improvisado unos impulsores para él, ya podré vencer las elevaciones del terreno y me facilitará la movilidad. Ahora, repasando mi lista de prioridades, lo que más me preocupa es reparar los impulsores de la nave. He observado el cielo buscando puntos fijos como estrellas o alguna referencia para buscar alguna forma de orientarme, pero fue imposible, las tres lunas ocupan demasiado espacio visual en el cielo, haciendo difícil la orientación mediante el cielo nocturno. Mi única soluciona a la orientación diurna ha sido utilizar el sol, independientemente del polo magnético del planeta. Más tarde, por la noche, mi sorpresa llegó tras horas y horas de observación cuando encontré un objeto en el cielo nocturno, cerca de las primeras luces del alba. Utilizando las cámaras de alta resolución y largo alcance de la nave he podido observar una estructura en el firmamento, se asemeja a una estación espacial de forma cuboide o romboide, no sabría definirlo desde esta distancia. Deduzco que es una construcción artificial. Si fuese un asteroide o planetoide seria de forma irregular o de esfera.

El siguiente pensamiento que se me ha venido a la mente ha sido, el de si estará habitada por algún tipo de vida, y la siguiente inmediata que me asaltó fue, ¿Qué tipo de vida habría construido semejante monstruosidad de la ingeniería? Y, sobre todo, ¿Serán hostiles? Cada vez estaba más acongojado sobre en qué parte del multiverso habría caído y si podría volver a casa. Una idea que tras solo un día aquí empezaba a valorar como imposible. Eso me aterra. Mucho.

El Megágono

Unas horas más tarde…

Me encontraba reparando la nave. El único sonido de la multiherramienta y de las tuercas, cables retorciéndose y el chisporroteo del soldador me estaba estresando. La imposibilidad de no poder hablar con otro ser humano o con mi familia, hace que me estrese cada vez más. He pensado en hacer también test de esfuerzo físico, me preocupa también que la gravedad del planeta afecte a mi cuerpo. Todo esto era lo que me mantenía concentrado en la reparación de la nave cuando de repente escuche un sonido ensordecedor. Salí de la nave y vi lo que parecía un objeto entrando en la atmósfera. Un meteorito se dirigía a mi posición, me aseguré por su trayectoria donde podría caer y salí corriendo.

Como alma que lleva el Diablo me dirigí hacia la cueva en la que me había refugiado la noche anterior, me adentré tanto como pude y de forma segura me cubrí tras unas rocas, al amparo de una pared y techo aparentemente sólidos. A los pocos segundos sonó otro gran estruendo, el objeto había impactado contra la tierra. Salí caminando con cautela. Cuando estuve cerca de la entrada quise coger la multiherramienta del cinturón, pero, ¡mierda! la había dejado en la nave. Como fuese una forma de vida, estaba jodido. Cogí una roca maciza a modo de arma y decidí comprobar el lugar del impacto. Me acerqué con extrema cautela, una gran nube de polvo cubría a modo de niebla la zona, no podía apenas ver la nave. Ese objeto debió dejar un gran cráter. Conforme me fui acercando, escuchaba un leve pitido. Seguía un ritmo regular.

– ¿Sería una maquina? Pensé para mí.

Cada vez estaba más cerca. Vi un cráter más pequeño de lo que esperaba. Me acerqué a la máquina que aún estaba al rojo vivo por la entrada en la atmósfera. Una luz azul redonda parpadeó y un haz horizontal salió de ella, no era hostil, pero daba la impresión de que me estaba escaneando. De pronto, y sin ningún aviso la luz se apagó y la máquina que más tarde se identificaría como una Capsula Atlas se abrió. Dentro, había una especie de fluido no newtoniano el cual comenzó a vibrar y adopto la forma de una esfera, aunque parecía más bien un megágono por que este parecía transformarse en un polígono cuando vibraba. Noté un dolor terrible en mi cabeza, sentí como si se me licuase el cerebro. Tal era el dolor que incluso me dolían los ojos, la mandíbula. Fue la experiencia más dolorosa que jamás he soportado. De pronto, un millar de voces sonaron al unísono atormentándome la cabeza. Hablaban en lenguas desconocidas para mí, hasta que de pronto, se fueron acallando y solo permaneció una. Hablaba mi idioma, pausadamente comenzó a explicarme qué era y que sucedía. Al fin alguna maldita respuesta. Dejo grabación de informe en carpeta anexa al diario de navegación con nombre de entrada DN-0001A. La voz femenina de Atlas dejó mi cabeza, caí de rodillas al suelo y me fui arrastrando como pude hasta la nave. Subí por la rampa de carga y me tumbé en el suelo, quedándome prácticamente inconsciente hasta que una gran pesadez y somnolencia me invadió. Quedándome dormido prácticamente al instante…

Días después…

Según el ordenador de abordo han pasado 3 días desde que llegué al planeta al que he decido llamarle Niflheim, por el constante frío que persiste en este lugar. Si no fuera por el exotraje, no podría sobrevivir fuera más de un par de horas. Siempre he sentido “un algo” por la mitología nórdica y ahora mismo siento que aferrarme a conceptos que conozca y me sean familiares, me ayudará a llevar el viaje.

AS-0001A apéndice 1B Cargado

-Veamos si esta chatarra funciona. – Puse una mano sobre el fuselaje. – La nave debería de estar reparada, solo queda por cambiar algunas cosas en el ordenador de a bordo. – Me dirigí hacia la cabina y vi el nombre de la nave en el fuselaje. – No, no, no, esto está mal, no te puedes llamar Proyecto Pegaso. No es un nombre adecuado para ti. Te llamaré… Nostromo. Aunque aquí no hay un gato o un alíen como en la película que puedan ser el octavo pasajero. Me estoy empezando a sentir el Alíen en todo este periplo y como no está el control de tierra para decirme lo que debo o no debo hacer, todo depende de mí, y aquí me tienes hablando con un trozo de chatarra de metal y cables que se supone que me tiene que mantener vivo. ¡AAAAAAARGH! Esto es absurdo le estoy hablando a un trozo de chatarra. – Golpeé fuertemente la compuerta que me conduce al que espero no sea mi ataúd en los confines del Universo. Me siento en mi trono de explorador espacial y empiezo a hacer comprobaciones de vuelo. A la vez que comienzo a divagar en voz alta.

-Solo le falta una IA femenina y sería perfecto ¿Sabíais que una vez me dijeron que normalmente en las naves, operadoras móviles de comunicaciones y demás cacharros se usa una voz femenina y tranquilizadora porque en no sé qué película del Siglo XX sobre una estación espacial la IA era masculina y se volvió loca? – Durante unos minutos solamente se escuchaban el sonido de los motores durante las comprobaciones de despegue, y los ruidos propios del tecleteo en los controles de abordo.

-Solo hace falta un pequeño milagro para que cuando esta nave comience a volar no se convierta en confeti. – Fin de la grabación.