Pyre y la no-violencia – Análisis

Cuando la diversión se convierte en ritual

[dropcap]V[/dropcap]ivimos en un mundo de rutinas y aunque como bien dice Heráclito «nunca te bañaras dos veces en el mismo rio», nos gustan las costumbres. En lo conocido encontramos la seguridad del disfrute, y en los videojuegos no es difícil encontrar que los estudios muestren un sello de identidad, unos parámetros que caracterizan sus títulos y que los definen como creadores. No es así en el caso de Supergiant Games, nuestro Heráclito particular.

Sí bien podemos encontrar patrones de actuación y referencias entre los títulos creados con anterioridad, Bastión y Transistor, nos chocamos de frente y sin protección contra la obra que venimos a analizar, Pyre. Resulta complicado de hecho afrontar el género o la temática que tiene este título únicamente viendo el tráiler. Pyre ofrece un colorido y una magia que envuelve todo y que hace que el jugador se extrañe al ver que el conflicto se dispute en forma de deporte, una manera de demostrar que en universos alternativos, seguramente más civilizados que el nuestro, los enfrentamientos y disputas se alejan del combate y la guerra, aquí el éxito o el fracaso se deciden a través del deporte y, como en todo deporte, nos quedan muchas batallas que afrontar.

La obra de los de San Francisco transcurre en el universo de Downside, un purgatorio donde los llegados afrontar la soledad y la perdida del recuerdo enfrentándose entre ellos en busca de la redención, un regreso a la vida que solo le aguarda a los más fuertes y capaces. En una serie de enfrentamientos llamados Ritos, los equipos de peregrinos se enfrentan en partidos de 3 vs 3, con unas mecánicas parecidas al deporte de «El Ultimate» (para los no tan conocedores de este termino, el juego del frisbee). Nuestro equipo tendrá que llevar el orbe a la pira del rival para así restarle puntos, unas valoraciones que cambian según el personaje que llegue a la zona o la manera en la que anotemos, llegando o lanzando.

Todos los colores de la magia

Pero no todo es deporte en Pyre, también hay lugar para la estrategia. Gracias a un sistema de abalorios y de progresión, los integrantes de nuestro equipo, un plantel de personajes de lo más variopinto que se irán uniendo a nuestro equipo a lo largo de nuestra travesía, mejorarán sus características y actitudes buscando conformar así el equipo definitivo, aquel que sea capaz de superar todos los Ritos y conseguir todos sus objetivos. Pero en la competición también hay espacio para la derrota. El juego, como todo en Pyre, no es negro o blanco, sino que ofrece espacio para lo inesperado, se mantiene en constante cambio, ya sabéis eso del río. El hecho de perder un Rito solo conllevará la perdida de puntos de experiencia, pero no definirá nuestra aventura por completo. Perder mucho, puede suponer a la larga llegar a un sitio totalmente distinto a la victoria y, a la larga, puede que nos lleve a no conseguir nuestros objetivos.

Sería difícil no destacar el componente estético de la gente de Supergiant Games. De todos es sabido la calidad que atesoran y la grandilocuencia creativa que tienen sus obras. En el título que aquí analizamos, siguen su línea en cuanto a composición del color, pero dan un paso más consiguiendo que cada escenario tenga un determinado color que a su vez se combina con muchos otros, una lucha estética con la composición que sobrecarga cualquier escenario y que lo convierte en un «horror vacui» donde los tonos flúor se adueñan de cualquier recoveco, un mundo que desde luego exuda magia por cada uno de sus poros.

Una estética mágica totalmente necesaria para moverse con total naturalidad en uno de los pilares básicos de Pyre, la narrativa. Como columna que sostiene todo en las obras de Supergiant Games la narrativa es el centro de toda nuestra aventura, como si de una aventura conversacional se tratase, iremos hablando con amigos y enemigos decidiendo los pasos de nuestro recorrido y siendo jueces y verdugos de nuestras propias pequeñas decisiones. En Downside todo y todos tienen una razón de ser y cada ser opera en función de su propio bien.

El resplandor musical

La música sigue siendo uno de los grandes compañeros en las obras de los de San Francisco y, en esta obra, nos deleitan con sonidos que poco tienen que envidiar a las aventuras de caballeros. Los instrumentos propios de la caballería se envuelven con aquellos más nuevos para crear composiciones musicales que suenan a historias de reyes y caballeros, a druidas y a picaros. Si la música fuera un dios, en este título sería uno que se mueve entre la luz y las sombras, uno de esos que obra por y para sí mismo, pero que también da espacio para que los mortales decidan su destino.

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He leído en numerosos sitios y análisis que esta es la obra magna de Supergiant Games, el título que viene a definir al estudio, un estudio desarrollador que para mí gusto es inclasificable. Yo no he sentido Pyre como lo mejor que han hecho, pero porque clasificar en una lista todo lo que han creado creo que sería faltar a la verdad. En este gran río que es la industria del videojuego, desde luego podemos decir que los creadores de Pyre nunca se mojan con las mismas gotas, sorteando las trabas que pone el destino, consiguen ofrecer al jugador siempre algo nuevo, algo distinto, con sus aciertos y con sus defectos. Para aquellos que no busquen el deporte como resolución de los conflictos de una trama verdaderamente apasionante, puede que Pyre se les atragante, una obra que prueba a distanciarse de la guerra y la batalla como forma de vida, una obra que elije la mayor de las magias, nunca bañarse en el mismo río.