Sensaciones: Superbrothers Sword & Sworcery

«Ahora somos amigos universales». Con esta cita termina la misión de la escita y por consiguiente del dios que la guía, nosotros. Difícil explicar el sentido de esta obra creada por Capybara Games, un mundo de fantasía donde la magia da paso a la electrónica, donde un hombre fumando un puro nos recomienda descansar antes de continuar, donde un aguerrido oso detiene su baile para enfrentarse a muerte contra nosotros, un enfrentamiento en el que gana su redención.

[dropcap]C[/dropcap]uando juego a un título siempre intento ir sacando segundas conclusiones, esa intrahistoria que esta por debajo, ya sea las vivencias personales de un hombre bajo una enfermedad cardiaca, como en Hyper Light Drifter, como en la más profunda de las criticas a la guerra por parte de Kojima en Metal Gear Solid, pero aquí, aquí que leo…

De Superbrothers me quedo con esa sensación que me produce al explorar sus puzles. Constituido como un videojuego para móviles explora las mecánicas para «descubrir»; juntar un grupo de patitos con su madre, tocar el arpa que son las cascadas naturales en una montaña, producir sonidos con los arboles. Descubrimientos que me han alejado de mi yo adulto para transportarme a la época en la que sonreía al destapar una nueva cara de la moneda, una luz proyectada por el prisma que se convierte en haces de colores, una nueva visión, quizás de ahí surjan los triángulos de la Trigón Trifecta. Pero no nos detengamos en mí.

A lo largo de nuestra aventura nos topamos con personajes de lo más dispares, desde el leñador hasta el fantasma de aspecto esquelético pasando por la joven soñadora. Personajes que sí bien parece que flotan en la trama y que vienen solo a ayudar en nuestro avance nos muestran algo más. Para mí todos y cada uno de los individuos que pueblan la montaña de Mingi Taw son y representan las múltiples formas de entender la vida; la despreocupación del oso que baila en mitad de un mundo en conflictos, el descaro del perro que ladra y se muestra enigmático en su caminar, el leñador que se preocupa por el prójimo y que ayuda en todo lo posible a quien lo necesite, la muchacha que persigue sus sueños pero que a veces no consigue recordar, la muerte que vaga incesante sin poder la paz encontrar, la escita que cumple con su cometido hasta que la lleve por los confines dormitar. Todos y cada uno enfrentan sus problemas y sus temores sin pensar que el infinito es algo ajeno a todos, ciclos que se cumplen como los ciclos lunares que a todos influyen, esa luna, la única que permanece…

¿Qué es ese interludio de baile incomprensible en mitad de nuestra aventura? Ese momento donde todos disfrutan y descubren que están ahí, viviendo todo aquello que han creado y por lo que han luchado. Nos dicen que nos hemos convertido en héroe, que ya solo queda el final del camino, sin quizás percatarnos que nosotros giramos el vinilo que compone esa Trigon Trifecta, esa vida que muchas veces no tiene sentido. Ahora somos amigos universales.