Signalis

Signalis – Análisis Switch

Honrando a los maestros del género. 

rose-engine trae de vuelta el survival horror más clásico con un título que nos lleva hasta los orígenes del género.

Ya ha pasado mucho tiempo desde que Resident Evil y Silent Hill se presentasen al mundo como los reyes del terror y el survival horror. Ambos arrancaron sus sagas con dos entregas que sentaron las bases de cómo hacer un buen juego dentro del género y que, aún a día de hoy, asociamos a unas increíbles sesiones de juego en nuestra querida PlayStation. Si bien a estas alturas estas dos franquicias ya tienen una cantidad de juegos importante a sus espaldas, a mí siempre me gusta volver al inicio, a esos gráficos temblorosos, a la ambientación tan única y a esos pasillos a oscuras en los que pueden acechar monstruos que no por ir escasos de polígonos daban menos miedo, sino todo lo contrario. Como gran aficionado a los juegos de pasarlo bien pasándolo mal, echo de menos esa experiencia terrorífica del pasado, su esencia irrepetible. Pero por suerte parece que no soy el único, porque el estudio indie rose-engine ha cogido esa nostalgia y ese cariño por esa época dorada del survival horror y le ha dado la forma de un juego que honra el pasado de un género mítico. A continuación, comenzamos con el análisis de Signalis. 

En busca de respuestas 

En Signalis encarnamos a Elster, una especie de androide llamado Replika. Nuestra protagonista despierta en la capsula de una nave estrellada en un planeta helado e inmediatamente parte en busca de alguien importante para ella. Como jugadores no sabemos exactamente dónde estamos, cual es nuestra misión o en qué tipo de universo vivimos, pero esas son cuestiones que tendremos que descubrir por nosotros mismos a través de la información que encontremos por el escenario en forma de documentos, notas, diarios, conversaciones con otros personajes…  

La historia juega un papel importante en el conjunto del juego. Para ejemplificar esto, existen pequeñas secciones en las que jugaremos en primera persona unos niveles centrados en la narrativa y en desvelar piezas del argumento a cuentagotas. Decir cualquier cosa sería spoiler, así que solo comentaré que habrá que avanzar junto a Elster a través de un argumento muy críptico cuyos enigmas exigirán la atención del jugador a todos los detalles que haya en el camino sumado a unos cuantos ejercicios de interpretación. 

Como en los viejos tiempos 

Signalis es un survival horror que parte de lo visto en Resident Evil y Silent Hill. El núcleo del gameplay se centra en sobrevivir a monstruos y la exploración de zonas en las que destacan los puzles, las puertas cerradas y la búsqueda de elementos que nos ayuden a superar los obstáculos del entorno. A medida que deambulemos por una gigantesca y espeluznante nave espacial iremos topándonos con varios tipos de objetos que se resumen en unas pocas categorías: armas, munición, de recuperación de salud y objetos clave para resolver puzles. Tal y como sucedía en los títulos clásicos, aquí también habrá que revisar minuciosamente todas las habitaciones que descubramos en busca de balas y botiquines para no morir y objetos que nos ayuden a superar distintos puzles y acertijos que nos abrirán nuevos caminos para continuar a las siguientes ubicaciones de la nave.  

Para no perdernos demasiado, iremos equipados con un mapa que resultará muy útil, pues se irá llenando de información acerca de las salas que visitamos o los puzles que se encuentren en cada localización. Lo que también será útil y conviene encontrarlo rápido son los puntos de guardado. Estos consisten en televisores con una pantalla roja que nos permitirán guardar nuestra partida. Guardar constantemente nuestros avances será fundamental, ya que Signalis carece de puntos de control al uso. Si morimos, perderemos todo lo que hayamos progresado después de nuestro último guardado manual, como en la vieja escuela. Esto incita al jugador a mantenerse en alerta durante las 6/7 horas que dura el juego.  

Estamos ante unas mecánicas del pasado que aquí se llevan lo suficientemente bien como para generar tensión en el jugador, pero sin convertir la experiencia en un suplicio. Y es que Signalis es un juego perfectamente equilibrado. Su dificultad posee el nivel de desafío adecuado para que la experiencia sea disfrutable, pero sin darnos la oportunidad de relajarnos en ningún momento. Los puzles son un magnífico ejemplo de este equilibrio, puesto que resolverlos no será excesivamente tortuoso, pero sí que nos harán detenernos y darle a la mollera un ratito hasta dar con una respuesta satisfactoria. Aprieta, pero no ahoga.  Es algo que también se aprecia en la gestión de recursos , la cual se ve beneficiada por unos baules para guardar objetos que comparten el contenido entre todos ellos estén donde estén. No obstante, no nos libraremos de los míticos paseos de ida y vuelta para dejar objetos que no nos caben en los bolsillos (Solo podemos llevar 6 a la vez, a lo Resident Evil). 

Estos paseítos buscando y recogiendo objetos serán de lo más comunes durante el juego, pero la cosa se complica cuando en el camino tropiezas con los monstruos. Exactamente igual que en los clásicos, aquí hay un botón para apuntar y otro para disparar. Apuntaremos de forma semiautomática dirigiendo la mira laser de nuestra arma con el joystick derecho y dispararemos hasta que el enemigo caiga el suelo, momento que debemos aprovechar para rematarlo de una patada. Como ya os imagináis, las balas no abundan y hay que pensar con detenimiento cada encuentro, pues a pesar de poder matar a estas criaturas, nada te asegura que no puedan volver a levantarse tarde o temprano. Una opción para ahorrar munición es caminar en lugar de correr con la esperanza de no ser detectado hasta cruzar a otra habitación. Por otra parte, si conseguimos bengalas podremos quemar los cuerpos y asegurarnos de que no resuciten, pero estos objetos son realmente escasos. 

Un diseño retro que luce de miedo 

Es necesario destacar que absolutamente todo lo que compone Signalis rezuma amor por el medio y el género. Además de replicar las mecánicas de una época dorada, Signalis también es referencial en lo visual y en lo sonoro. Si nos centramos primero en el apartado gráfico, encontramos una versión mejorada de lo que podríamos haber jugado en una PSX. Utilizando una cámara en perspectiva isométrica, Signalis presenta unas maravillosas texturas en baja resolución que sumadas a un pulido diseño de entornos y unos efectos de iluminación sorprendentemente efectivos dan lugar a un título con un aspecto increíblemente atractivo al que no le falta ni le sobra absolutamente nada.  

En cuanto al sonido, Signalis recuerda a Silent Hill desde los chirridos de los enemigos hasta los perturbadores ruidos que harán de música de combate cada vez que nos detecte un monstruo. Hablando de Silent Hill, no puedo olvidar mencionar la radio que llevamos con nosotros durante el juego, pues el sonido de las distintas frecuencias también nos acompañará en ciertos momentos ya sea para resolver puzles o para combatir a un tipo de monstruo que nos exige sintonizar una frecuencia concreta si queremos poder dispararle. En general, todos los efectos de sonido están pulidos y la calidad de sus detalles está asegurada por una pasión del estudio que se palpa con facilidad. 

¿Qué hay del terror? 

Si bien la atmósfera y prácticamente todo lo que gira en torno a la estética y el gameplay de Signalis es sublime, no consigue generar tanto miedo en el jugador como cabría esperar. A pesar de sus fortalezas, el componente más terrorífico se ve menguado a causa de un ángulo de cámara que revela desde un primer vistazo todo lo que hay en cada sala. 

A diferencia de lo que ocurre con la niebla en Silent Hill o con los puntos muertos de las cámaras fijas de Resident Evil, aquí los enemigos se suelen ver a simple vista en cuanto entramos a cada ubicación. Además, los monstruos no salen de la zona en la que se encuentran y casi siempre permanecen en la misma posición. De esta forma se pierde una de las principales bazas del survival horror consistente en temer a tus enemigos. Todo es predecible, desaparece el factor sorpresa y la tensión y el miedo que se pueda llegar a generar surge en realidad por el temor a que los monstruos nos maten y acaben con nuestro progreso reciente en la partida. 

Al ser plenamente conscientes de si hay enemigos o no en cada lugar y donde están situados, dejamos de lado el componente “horror” y nos centramos directamente en el “survival”. Es decir, que a menudo lo primero que haremos cuando nos topemos con enemigos será pensar de qué forma esquivarlos cada vez que lo veamos o cuales deberíamos matar o no en función de si nos molestan más o menos para resolver los puzles. La sensación de caminar por pasillos a oscuras sin saber lo que nos depara más adelante se esfuma por completo y deja paso a un pensamiento mucho más estratégico que contempla a los monstruos más como obstáculos que superar para llegar hasta el final del juego que como criaturas a las que tener pavor. Se notan los esfuerzos por conseguir que este apartado reluzca tan bien como los demás, pero resulta muy difícil debido a las decisiones de diseño. Sin embargo, esto no resta puntos al conjunto, pues Signalis sigue siendo una obra redonda, aunque prescinda de darle unos cuantos sustos a jugador. 

Una carta de amor jugable 

¿Habéis visto esa escena de Ratatouille en la que el crítico culinario prueba un plato que le devuelve a su niñez? Pues con Signalis pasa exactamente lo mismo. Si habéis jugado a Resident Evil o Silent Hill sabréis jugar a este juego y sentiréis las mismas sensaciones que cuando jugabais a estas viejas leyendas del mundo del videojuego. Emplea la misma fórmula y la moderniza lo justo y necesario para adaptarla a nuestro tiempo sin perder ni una pizca de su esencia.  

Es una obra que se siente como una experiencia clásica que ha sido condensada para rendir el mejor homenaje posible a los padres del género. Estamos ante un título que se entiende como una carta de amor hacía el género y sus ancestros más que como un simple juego nuevo e independiente. Signalis no pretende aportar nada nuevo a lo ya visto, no viene a darle una vuelta a la fórmula ni a reinventarla. No añade los suficientes ingredientes propios a la receta como para ser algo totalmente nuevo, pero tampoco lo necesita. En este indie veo a un alumno con intención de impresionar y homenajear (que no superar) a sus maestros haciéndolo lo mejor que se puede. Y lo mejor es que lo consigue. 

Conclusión

Signalis es el resultado de coger los sentimientos de un estudio hacía el género y sus orígenes y darles forma hasta conseguir un juego que cualquier amante de los survival horror puede disfrutar con una sonrisa de oreja a oreja. Es esa nostalgia, ese cariño, esas referencias que existen como gestos de aprecio al medio lo que hacen grande esta obra. Es un título donde la pasión y los esfuerzos de los desarrolladores rebosan por todo el título, y eso es algo que no se ve todos los días.  

9

*De acuerdo con nuestra política, informamos a nuestros lectores que este título ha sido jugado gracias al envío de una copia de prensa por parte de Plan of Attack.