Diablo II: Resurrected – Análisis PS5

Diablo II: Resurrected

La vuelta de un RPG de culto.

¿Quién no conoce la saga Diablo? Probablemente nadie, o prácticamente nadie en el mundo que sea videojugador medianamente mayor o adolescente no conozcan una de las franquicias más populares del género de rol de acción de los años 90. Considerada una de las franquicias más famosas de Blizzard, Diablo llevó a los jugadores a explorar mazmorras llenas de peligros enfrentando a los jugadores contra las fuerzas de la oscuridad, encabezadas por los mismísimos Diablo, Baal y Mephisto. Diablo no tardó en ganar una gran popularidad entre todos los jugadores de la época; su jugabilidad, ambientación, gráficos y apartado musical, hicieron que el videojuego de Blizzard North se convirtiera en poquísimo tiempo en el videojuego favorito de los fans del género rolero.

De la mano de Blizzard North, la secuela del aclamado videojuego ha resucitado con una versión mejorada y adaptada para consolas actuales, haciendo las delicias de los que esperaban la vuelta de la franquicia mazmorrera, y del que aprovechamos para hablaros en este análisis mientras prosigue la cuenta atrás de una nueva entrega.

La vuelta de Diablo

Situándonos un poco, Diablo 2: Resurrected continúa tras los sucesos de la primera entrega tras la derrota de Diablo, el Señor del Terror, quedando encerrado en la piedra de alma, un objeto arcano custodiado en la frente de quien lo venció en un intento por contenerlo. Sin embargo, al tratar de contenerlo en su cuerpo, el héroe se condenó a sí mismo, corrompiéndose y quedando bajo su control.

Nuestra aventura comienza cuando Deckard Cain, cuenta la historia de este héroe a un grupo de aventureros que tienen como misión volver a vencer a Diablo. El jugador tomará el rol de uno de estos aventureros que tendrá que investigar la causa de los nuevos hechos que están plagando al mundo de Santuario, comenzando con este encapuchado corrompido por el mismísimo Diablo.

Su argumento, nos llevará a través de cinco actos desarrollados en distintas localizaciones con enemigos y biomas diferentes, así como sus diferentes quests que se podrán afrontar en el orden que queramos, excepto la misión que nos da paso al siguiente acto. Cada misión nos hará explorar cada zona y descubrir los secretos y enemigos que nos aguardan en cada esquina, eso sí, no es necesario explorar todo a consciencia pero, si no tenemos prisa en completar las quests y queremos encontrar equipamiento o conseguir experiencia para hacer a nuestro personaje más poderoso, es bastante recomendable.

Una aventura profunda e intensa

Para los que lo desconozcan, nuestros primeros pasos en Diablo II: Resurrected permitirá al jugador crear dos tipos de perfiles; local y online. El jugador podrá crear personajes para cada uno de los perfiles pero, hay que tener en cuenta que, los personajes que creemos en cada uno de ellos no podrán usarse en los otros. Si creas un personaje en modo en línea, no podrás usarlo en local o viceversa, y menos si por un casual jugamos sin conexión a internet.

Una vez dentro de la creación de personajes podremos elegir entre siete tipos; amazona, nigromante, bárbaro, paladín, hechicera, asesina y druida; estos dos últimos aparecieron junto con la expansión Lord of Destruction en el videojuego original. Como en cualquier RPG, cada personaje tiene una serie de atributos y habilidades que los diferencian de los demás, por lo que nuestra decisión definirá nuestro estilo de juego.

El jugador podrá moldear su personaje mediante puntos de habilidad que se irán consiguiendo a medida que subamos de nivel, a veces algo que nos llegará como agua de mayo para poder fortalecer las capacidades de nuestro personaje y superar ciertas zonas o enemigos.

Así mismo, en lo jugable podemos detallar pequeños cambios como, un mayor número de pestañas en el apartado de equipamiento mediante un sistema de menús mejorado. También a la hora de recoger el equipamiento del suelo se notan pequeñas mejoras y la novedad de la recogida del oro del suelo automáticamente, algo que se agradece enormemente. En sí, no es un gran número de mejoras pero perfila la versión original para que el jugador veterano note algunos cambios.

Una vez comencemos podemos partida privada o buscador de grupo. La partida privada básicamente es jugar en solitario. En el caso del buscador de grupo, no es otra cosa que buscar a otros jugadores para jugar en el acto y quest que deseemos. También se pueden seleccionar jefes o zonas, e incluso entrar a una partida de exploración libre. Igualmente, en este modo se puede seleccionar entre tres niveles de dificultad; Normal, pesadilla o Infierno y el número máximo de jugadores en partida, que va desde dos, hasta ocho. En cuanto al apartado de jerarquía, poco tenemos que decir de este por el momento, contará con cuatro modos al igual que la versión clásica de Diablo II y que llegará a principios de 2022. Para más detalles y haceros una idea podéis leer la actualización publicada en la web oficial de Blizzard.

Mejoras de nueva generación sin perder su encanto

Probablemente para muchos la estética conseguida por Blizzard en este remaster no sea lo suficientemente realista ni llamativa para los que buscan un partido estético potente. Sin embargo,  esa búsqueda también juega malas pasadas a los usuarios. En este caso, la desarrolladora no quería que Diablo 2 perdiera su encanto, considerando que solamente tenía que mejorar lo justo. En este caso Diablo 2 Resurrected ha recibido un buen lavado de cara, evolucionado lo suficiente como para que el juego no se sienta envejecido pero, manteniendo su estética clásica. También se han añadido 27 minutos de secuencias de vídeo del juego original con una espectacular calidad,  aprovechando las técnicas actuales.

Entre las opciones gráficas de Diablo II: Resurrected, el jugador no podrá realizar demasiados cambios estéticos, tan solo podrá optar por dos modos visualización, una que ofrece una tasa de fotogramas de 30, modo gráficos, y otra de 60 fotogramas por segundo, en modo rendimiento.  Así mismo, también se podrá modificar la resolución que varía de 640×480 a 800×600 y otras opciones que van desde la calidad de iluminación, sombras, contraste y modo perspectiva. Pero también se puede percibir que se ha ganado en definición, suavizado de texturas y mejoras en los decorados, así como un pulido en las animaciones que hacen que todo sea bastante más suave respecto al título original consiguiendo un efecto más estilizado. Otros detalles estéticos a tener en cuenta son las mejoras de los menús y el HUD, adaptado a pantallas actuales.

En cuanto al apartado sonoro no tengo nada en contra, cumple su función, aderezando las partidas con una música de fondo que transmite una sensación de desolación y peligro continuo, y que encajan bastante bien con la ambientación del videojuego con un sonido totalmente remasterizado sin perder un detalle gracias al Dobly Sorround 7.1. También se agradecen las voces en nuestro idioma, que como siempre son un punto positivo y más si la interpretación es buena, como en este caso.

Manteniendo la esencia del original

En general los que vengan de jugar al Diablo II original no se encontrarán demasiadas cosas nuevas, principalmente en el aspecto gráfico y eso, considero que es un acierto por parte de la desarrolladora. Nos encontramos con un trabajo que mantiene toda su esencia, tanto jugablemente como en contenidos; se añade la expansión Lord of Destruction, pero con pequeños retoques respecto al original.

Los controles se han retocado lo justo como para no sentirse envejecidos, adaptándose a los gamepads actuales y aunque los jugadores que vengan de PC lo prefieran con teclado y ratón, la versión de consolas no tiene nada que envidiarle en cuanto a experiencia de juego, sin embargo, se nota que los años no han pasado en balde para el videojuego, y se experimentan pequeños fallos en la caja de colisiones al golpear a los enemigos cuerpo a cuerpo o la imposibilidad de superar ciertos obstáculos, como charcos o zonas de rocas pequeñas.

En el caso de PlayStation 5, versión que analizamos, tampoco es que se hayan aprovechado todas sus características, por ejemplo, en esta versión no han aprovechado completamente las capacidades del mando DualSense, ni mediante el touchpad, que simplemente sirve para mostrar el mapa, ampliarlo, o cambiarlo de sitio mediante pulsaciones largas. Tampoco se aprovecha la tecnología de los gatillos adaptativos o la vibración háptica, cosa que, ya a estas alturas, pueden considerarse casi imprescindibles en un videojuego para esta consola.

Conclusión

Volver a Diablo 2 y recorrer sus tierras y laberínticas mazmorras me ha hecho disfrutar de uno de los títulos más emblemáticos del género RPG de acción, convirtiéndose en una experiencia más que gratificante. Un videojuego extenso y profundo, con bastantes horas de juego, que siempre invita a jugarlo con amigos, o simplemente entrando en partidas con otros jugadores. Además, todas las mejoras incorporadas, tanto estéticas, jugables y sonoras, son de agradecer a estas alturas, mejorando así la experiencia juego del jugador actual. Sin embargo, probablemente para muchos llega fuera de su tiempo y, quizás no encaje en los gustos de los que busquen títulos con mecánicas más modernas. Por todo lo demás, Diablo siempre será Diablo.

8

*De acuerdo con nuestra política, informamos a nuestros lectores que este título ha sido analizado gracias al envío de una copia de prensa por parte de Hill+Knowlton Strategies.