Jack Quest, The tale of the Sword – Análisis

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El mercado independiente está lleno de referencias a videojuegos clásicos, en su mayoría a los de la época dorada de los 90, donde muchos de ellos fueron los responsables de sentar las bases cuando todo estaba empezando a nacer. Consolas como SNES, Megadrive o PlayStation, o juegos que marcaron un antes y un después en el mercado, como Doom, Street Fighter II, Sonic o Super Mario Kart, entre otros muchos, siempre tendrán su pequeño espacio dentro de nuestros corazones, tanto que siempre intentamos buscar la ocasión para desempolvar nuestra vieja consola y volver a revivir esos grandes momentos de diversión que tanto nos marcaron. 

[dropcap]H[/dropcap]ace apenas una semana llegaba a nuestra redacción Jack Quest, The tale of the Sword, una aventura de plataformas de corte metrovania desarrollada por el joven estudio NX Games. Este videojuego, de corte clásico y estética pixel de 8-bits, llegaba a la escena independiente de la mano de Blowfish Studios a principios de año, tanto para la plataforma digital de Valve, como a consolas como una propuesta ya repetida miles de veces en el mercado. Una formula que en sus inicios con la saga Metroid o Castlevania en los años 90 resultó satisfactoria y que casi treinta años más tarde aún sigue reservándose un espacio dentro de nuestros corazones pixelados.

Su argumento nos pone en la piel de Jack, un chico pueblerino que un día, en una fatídica tarde mientras paseaba en un bosque cercano al pueblo, presencia el rapto del amor de su vida por un monstruo llevándosela hacia las profundidades de la tierra. Ante tan inquietante suceso, Jack, armado de valor, marcha hacia las laberínticas cavernas al rescate de su amada con el fin de librarla de las garras del malvado orco Korg. ¿Será capaz de conseguirlo?

Jack Quest, The tale of the Sword es un juego directo, de esos en los que se pasa a la acción en cuestión de segundos como en muchos de los juegos del género y época que quiere imitar. Y es que Jack Quest pondrá a prueba nuestras habilidades, tales como nuestra capacidad de recordar los caminos a los que nos lleva la laberíntica mazmorra en la que se esconde Korg. En nuestro periplo nos encontraremos con decenas de peligros, enemigos y acertijos mediante los cuales iremos descubriendo nuevas zonas. Todo ello acompañados por Kuro, una misteriosa espada parlante, que homenajea a la mítica espada de Cloud en FFVII, encontrada en los primeros compases del juego y que nos ayudará, con su poder y algunas recomendaciones o pistas, a cambio de liberarlo de su fatal encantamiento.

Durante el desarrollo de la aventura nos encontramos con un plataformeo constante, no demasiado difícil, aunque se complica si a esto le sumamos cantidad de enemigos desperdigados por el mapeado con muchísimas ganas de truncar nuestro objetivo. Todo ello junto a unos pocos jefes, a penas cuatro, con unos patrones de movimiento bastante fáciles de memorizar, y que custodian el acceso a nuevas zonas o a las llaves que abren la puerta donde Kurg mantiene cautiva a nuestra amada. Pero para conseguir acceder a esas zonas tendremos que saber controlar tanto las habilidades de Jack como las de Kuro, además de conseguir los ítems necesarios para acceder a ciertos lugares.

Si tengo que decir que Jack Quest ha puesto a prueba mi paciencia en determinados puntos de la aventura. Sin ningún contador de vidas y mientras avanzamos por la aventura, nos toparemos con una especie de monolitos mágicos que guardarán nuestro progreso, y por supuesto que bienvenidos son porque, como si de un buen Dark Souls se tratara, llegar fácilmente al borde de la desesperación es relativamente sencillo y eso debido a la cantidad de veces que sucumbiremos en el intento de llevar a Jack a su destino. Pero también hay maneras de evitar la tragedia, ya sea buscando contenedores de corazones y gemas esparcidas por las cavernas, o visitando la tienda del mercader y comprándole algún que otro artículo necesario para la supervivencia, como pociones, gemas o antorchas para salvar el juego en cualquier lugar.

Sin lugar a dudas tengo que comentar es que el título de los chicos de NX Games está algo lejos del nivel de los videojuegos indies que están llegando al mercado en la actualidad. Y es que detalles como un argumento demasiado explotado, una música machacona demasiado repetitiva con apenas variedad, la poca duración de la aventura o unos pequeños fallos en la caja de colisiones hacen devaluar su calidad aunque se ve compensada por detalles como su estética clásica de 8-bits, el reto que ofrece al jugadorer o una mecánica jugable que evoca a grandes clásicos de los videojuegos.

En resumidas cuentas, Jack Quest, The tale of the Sword hace que retrocedamos en la línea del tiempo de los videojuegos para recordar grandes clásicos del género en una corta, aunque desafiante aventura. A pesar de sus fallos, como todos, que más bien son ausencias, la obra de los chicos de NX Games hace bien lo que los videojuegos quieren ofrecer, entretenimiento, retos y aunque pocas, horas de juego a los jugadores en una aventura que despide un fuerte olor a clásico de los 90.