Ah nostalgia, here we go again
La premisa es sencilla: te regalan un juguete, muy en la apariencia de las antiguas Polly Pocket, ¿te acuerdas? — un estuche pequeño repleto de detalles en miniatura, esto podría ser una heladería, una mansión, una peluquería… con él solía venir una muñequita, ¡y no necesitabas más! —. Dentro de este juguete, en Tiny Garden, reside un jardín, en el que puedes sembrar cultivos, arbustos, árboles, entre otros. Estos crecerán dándole a una manivela situada a la derecha del dispositivo las veces que quieras.¿Cuál es el mecanismo de esta manivela? ¿Cómo consigue acelerar el tiempo? ¿Es un sistema de riego? No lo sabemos, ¿pero acaso importa…?

La manivela que gira y gira
Gracias a la oh, misteriosa manivela todopoderosa, Tiny Garden se diferencia de otros juegos del género “granjas” al liberarte del tremendo yugo del riego, la calidad, o en general tener que estar pendiente de horarios, estaciones o plagas. Aquí no venimos a realizar el durísimo trabajo de labrar la tierra, venimos a ser ya-no-tan-niñes jugando con nuestro juguete preferido.
Esto también significa no estar pendiente de la energía. Te miro de reojo Stardew Valley y Granjitas del Facebook. La energía es en otras palabras una manera de retenerte o en el caso más benigno del primero, tener que vigilar tus acciones al dedillo para asegurarte que no te vas a quedar K.O. a las 5 de la mañana tratando de volver a casa.
Así que échate en el sillón y relájate, que ya lo hace todo la manivelita.

Desbloqueando cositas
Debo confesarte que en realidad Tiny Garden no es un juego de Granjas *gasp*.
Al no requerir mayor cuidado que el giro de la manivela, nuestro juego se separa ligeramente de este género para centrarse en otro tipo de jugabilidad igual de adictiva, la de desbloquear cositas. Nuestros cultivos no son solo cultivos per sé, producen fruto, claro, pero al situarlos en la parcela generarán diferentes tipos de tierras: desértica, mojada, hierba… Cada semilla necesita un tipo de tierra diferente para poder crecer, esto está cuidadosamente calculado por el equipo de Ao Norte para producir sinergias entre los distintos cultivos e ir encadenando. Con las verduras, frutas y otros que obtienes vas a ser capaz de desbloquear distintas colecciones de semillas.

Los frutos que obtienes tras la siembra puedes intercambiarlos por muebles y distintas decoraciones, como sets de colores o pegatinas. Lo guay de los sets de colores es que además de servir para personalizar tu juguete, también te sirven para alterar los colores base de los muebles. Así que nada te impedirá crear una casa entera al estilo del más insolente color rosita.
Hablemos de sentimientos
Pasar el rato con un juego de la infancia, en su esencia renovado, no viene desprovisto de sentimientos. El diseño narrativo del juego aprovecha este canal, el de la nostalgia, para hacernos cuestionarnos su historia a través de cartas. El jugador que hace de espectador, las puede ir desbloqueando, otras llegarán tras algún evento. Nos contarán la historia del juguete, la del dueño y la de su familia.

El storytelling forma parte de la jugabilidad, de la manera que usar ciertas distribuciones de cultivos produce recompensas y nos ayudan a explorar de una manera más creativa las combinaciones de tierras posibles, así como si de un puzzle se tratara.
¿Me lo puedo comer?
Y es que Tiny Garden, entra por los ojos. No puedo finalizar este análisis sin mencionar lo increíblemente atractiva que me resulta toda su interfaz hasta el punto de que si pudiera me la comería. Esos bordes gorditos, redondeados, esos tonos tierra, hasta la ilustración principal está tan bien hecha y llena de detalles que dan ganas de ponérsela de fondo de pantalla.


También podemos hablar de la música, este juego pasa la prueba de fuego. En todo el tiempo que lo estuve jugando, en ningún momento me vi en la necesidad de acudir a alguna lista de reproducción externa. Tiene un hilo musical sólido, tranquilo y delicado que acompaña al jugador.
Apuntes finales
En el futuro, y a modo de recomendaciones de las que probablemtente ya sean conscientes sus creadores, el juego podría mejorar en algunos puntos. La progresión del juego sufre de tener que elegir entre desbloquear elementos decorativos y semillas, y si sembrar no fuera tan adictivo… quizás no sería un problema. Mientras otros pueden agradecer esta libertad, a mi me gustaría que el progreso estuviera más cohesionado entre ambas elecciones. Algunas ideas son una moneda distinta a las cosechas, o que estas decoraciones se desbloquearan junto a los sets temáticos.
Algo que seguramente esté ya en su hoja de ruta será mejorar la compatibilidad con Steam Deck. Mientras que el aspecto visual ya parece estar afinado, todavía sus controles, secciones y textos no lo están. Sería una pena desaprovechar ese aspecto de juguete “que te puedes llevar a cualquier parte” que nos ofrece la consola portátil.
Puedo concluir que Tiny Garden de Ao Norte se asemeja a una pequeña pieza de orfebrería simple pero compleja (todavía cozy), ideal para acompañarnos algunas tardes. No me extrañaría si el equipo se anima a lanzar una versión de escritorio (más pocket aún) porque tiene ese aspecto ideal ya en su diseño que lo haría compatible como alegre acompañante en jornadas de estudio o trabajo.
*De acuerdo con nuestra política, informamos a nuestros lectores que este título ha sido jugado gracias al envío de una copia de prensa por parte de Ao Norte. Se jugó actualizado a la versión V1.0.5 en Steam.