Tyranny – Análisis

¿Qué es de un héroe cuando termina su odisea? Ver mundo, recorrer todos y cada uno de los rincones que su universo nos insta a explorar y vencer a las fuerzas del mal es emocionante, sin duda, pero nunca se opta por brindarnos el disfrute de la fama posterior al profundo vacío existencialista que puede sufrir el sacrificado protagonista. Tyranny no se decanta por uno ni por otro, pero sitúa su historia en un mundo donde la aventura del héroe ya ha terminado, y lo que es más importante, donde ha fracasado. Somos el mal que ha sometido a una civilización entera, y ya solo por su curioso planteamiento merece la pena darle una oportunidad.

La nueva obra de Obsidian presenta una magnífica ambientación a nivel narrativo, con un sinfín de detalles, bandos, personajes, culturas y un profundísimo lore. Las fuerzas malignas de Kyros han ganado esa cruenta guerra clásica de muchos RPG, y nosotros, como su forjadestinos, debemos acabar con las pequeñas fuerzas disidentes y mantener el imperio estable… o no. Sin lugar a dudas, uno de los puntos más fuertes de Tyranny es la libertad de decisión del jugador, elaborada con tal meticulosidad que integra a cada forjadestinos en ese universo. Este RPG de perspectiva isométrica sabe cómo envolver al jugador en la aventura a través del peso de sus elecciones, presentes en todo momento. Nos hace creer que de verdad estamos influyendo en el destino de un Imperio entero y en el de sus habitantes, y se esfuerza en dejar clara esta virtud desde el principio.

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Forjar nuestro propio destino

Si bien nuestra historia se encuadra en un contexto posterior a la clásica aventura RPG, Tyranny nos da la posibilidad de recrear de forma breve y concisa esa guerra ganada por Kyros. Así, las decisiones estratégicas que hayamos efectuado en la batalla repercutirán en el mundo que recorreremos a lo largo del juego, en el trato que recibamos de las distintas facciones y personajes y en nuestra reputación. Es el jugador quien elabora, al menos en parte, el universo que intenta dominar. Y este grado de decisión e influencia se extiende a todos los apartados: podemos elegir emprender la aventura solos o acompañados, reclutar a quién deseemos (dentro de las opciones que nos ofrecen) apoyar o traicionar según nos convenga y, en definitiva, conformar nuestra personalidad. Tyranny ofrece cientos de situaciones en las que nos veremos obligados a elegir bando, a aniquilar a un pueblo entero o a someterlo como esclavo, presentando cada opción determinadas repercusiones en los bandos que forman parte del imperio de Kyros.

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Esa capacidad de decisión se canaliza a través de una trama interesante y de contexto innovador, con personajes bien construidos y unos diálogos brillantemente escritos. Esto último es algo a tener muy en cuenta, pues aquel que decida aventurarse en las tierras de Kyros debe saber que la lectura es otra de las piezas fundamentales de la entrega. Como decía antes, el universo de Tyranny es rico en detalles y en historia, y el diálogo será la gran fuente de información allá por donde vayamos; ya sea a la hora de averiguar lo que piensan de nosotros, descubrir cómo es el carácter de los personajes principales, estudiar consecuencias de nuestros actos o  conseguir datos sobre la situación crítica en la que nos movemos. Tyranny no destaca especialmente por su apartado gráfico ni por la riqueza de sus animaciones, pero logra suplir esta carencia a través de pequeñas anotaciones que describen la situación , que contextualizan el momento y nos permiten, a través de una lectura elaborada y cuidada, saber exactamente lo que está pasando. A ello se le suma la ingente cantidad de opciones de diálogo que tendremos en cada charla, y que derivarán en cambios de nuestra reputación con cada una de las facciones y con nuestros propios aliados (con los que mantendremos charlas esporádicas). El diálogo es, en definitiva, la base sobre la que se sustenta buena parte de las decisiones de Tyranny y uno de los elementos que mayor riqueza aporta a su universo. Construye a sus personajes con cierta profundidad y hace a muchos de ellos auténticamente memorables.

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Las decisiones en Tyranny afectan a su mundo y a la aventura de nuestro forjadestinos, pero no dejan de lado su apartado jugable. No solo me refiero a la elección de la clase de personaje (mago, ladrón, soldado, etc.), ni a la ingente variedad de habilidades, talentos y valores que podemos modificar tanto en el propio forjadestinos como en el resto de sus aliados a través de un clásico sistema de niveles (un punto de habilidad por nivel); tampoco hablo de la capacidad de decidir quién nos acompaña y quién no, siendo posible asesinar a un compañero si la situación así lo requiere. Tyranny hace que el tipo de relación que entablamos con los miembros del equipo sea determinante en el combate, pues se desbloquearán habilidades conjuntas según fomentemos la lealtad o el miedo de cada uno de ellos. Cuanto más amables o más dictatoriales seamos con ellos, mayor número de ataques conjuntos descubriremos y mayores serán las posibilidades de estrategia, aunque su combate no exija mucha maestría.

Muchas posibilidades dentro de un combate mejorable

Por desgracia, Tyranny presenta ciertas debilidades en lo que a batallas se refiere. Su sistema baila entre la acción a tiempo real y los turnos: el combate se desarrolla sin interrupciones si así lo queremos, pero el número de enemigos y aliados a tener en cuenta nos obligará a pausar el tiempo si deseamos saber qué demonios pasa y qué estrategia seguir. Siempre podemos enfocarnos en manejar a un único personaje y confiar en que la IA haga el resto, pero es la opción menos recomendable, sobre todo a la hora de enfrentarnos a bosses finales. La clave en el combate de Tyranny radica, como en la mayoría de RPG, en equilibrar los roles de nuestro equipo: tanque, atacante, defensivo y mago son algunas de las muchas funciones que pueden desempeñar, a lo que se suma la enorme variedad de habilidades que cada aliado posee, las posibles combinaciones entre ellas, los ataques conjuntos y todos los objetos (armas, armaduras y accesorios) que podemos equiparnos. La libertad que en este aspecto ofrece el combate es innegable, pues hasta podemos crear nuestros propios hechizos; pero el control se vuelve tosco y frustrante ante un nulo control de cámara, lo que nos hará fallar de vez en cuando el click al seleccionar un objetivo. Tampoco dice mucho a su favor la independencia aleatoria que en ocasiones muestran los miembros de nuestro equipo, que desobedecerán alguna que otra orden y se incordiarán entre sí en espacios cerrados.

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Su combate no presenta un gran desafío y en ocasiones puede volverse un tanto repetitivo, ya que las misiones que ofrece, tanto principales como secundarias, se basan mayoritariamente en recorrer escenarios de distinta índole venciendo a grupos de enemigos diversos; al final acabaremos machacando la barra espaciadora para darnos cuenta de quién nos está matando y a quién debemos eliminar, frenando la acción constantemente si queremos manejar la situación en su totalidad.  Sí es cierto que deberemos enfocarnos en algunos de ellos según el tipo que sean (por ejemplo si hay algún incordio curativo), pero una vez encarrilados nuestros personajes y el rol asignado a cada uno, el combate se convierte en una tediosa rutina. Aún así, Tyranny se esfuerza en hacer de su aventura una entretenida y variada, y en la que las habilidades y talentos que mejoremos no solo afecten al combate. En muchos de los pequeños escenarios y mapeados que visitemos, podremos desbloquear rutas alternativas a través de la interacción con el propio entorno: mediante subterfugio podremos eliminar posibles trampas, y con atletismo trepar o derribar distintos obstáculos.

Conclusión:

Tyranny es una buena entrega que sabe desarrollar con notable maestría la libertad del jugador, que compensa sus carencias gráficas con diálogos y personajes bien construidos y que, a pesar de sus obvios fallos jugables, se esfuerza en ser divertido.