Tu mundo, tu casa del árbol
[dropcap]R[/dropcap]esulta difícil pensar que, en una época en la que miramos a las estrellas y dejamos pequeña a nuestra imaginación, lo que en realidad hacemos es proyectar nuestra más tierna infancia como exploradores . Después de dejar pequeño nuestro planeta y alejarnos cada vez más del suelo que nos define como seres humanos, visitamos un mar oscuro y angosto, un océano que no se erigió para ser surcado; un espacio que empequeñece a nuestros mayores miedos, que hace minúscula a nuestra imaginación . En la inmensidad de las posibilidades que el universo ofrece, el mundo de los videojuegos nos trae su enésima propuesta, Astroneers , una suerte de Guía del autoestopista intergaláctico donde volvemos a pisar tierra desconocida.A donde voy no es de donde vengo.
Sin más motivos que el ser y el estar llegamos a un planeta desconocido. Nosotros, en la cúspide de nuestra especie, exploradores insaciables de mundos, llegamos a tierra. No es nuestra Tierra, pero pronto lo será.
La obra de System Era se juega sin premisas ni guías. En mi lento caminar yo, el astronauta, decido y sopeso en función de los recursos ; una elección impuesta por la situación. El oxígeno, algo tan propio del ser humano, es recurso y cadena. Presa de la necesidad de respirar, voy alejándome cada vez más de la base, fuente inagotable del ansiado respirar. Nadie establece el tempo en nuestro caminar y, mientras exploro cuevas, voy conociendo más este nuevo mundo. Lo desconocido se abre paso ante mí y todo ello se va convirtiendo en mi rutina, en mi plan de acción, en mi proyecto a corto plazo.
¿Por qué me es todo tan conocido?
Después de un tiempo, el cielo que me cubre forma parte del techo que define mi mundo. Las tormentas de arena no son un peligro, sino mi despertador natural, mi «vuelve a casa ya». Comienzo a pensar en lo solitario que es este juego y no puedo dejar de divagar, con un pensamiento que poco a poco va acrecentándose en mi ser, y es que, todo parece hecho a mi medida .
El terreno nunca es obstáculo y, en un entorno en el que existe flora, no encuentro fauna. Si la vida es movimiento, en este planeta lo único que marca la vida son mis pequeños pasos: grandes para mí, pero no para la humanidad. Las plantas reaccionan a mi caminar, pero no interactúan entre ellas; los seres inanimados de este mundo no tienen relaciones simbióticas. Nada ni nadie ayuda a nada porque todos me ayudan a mí.
¿Qué es esta sensación?
Miro a mi brújula y entonces lo entiendo todo… ¡Mi brújula! Un objeto que solo funcionaría en mi planeta, un objeto que solo se rige por la gravedad de la Tierra, aquí funciona y, por supuesto, alguno de los dos está equivocado. Sin embargo, la brújula, con su correcto funcionamiento, me demuestra una vez más que solo hay alguien que está desorientado, y sí: ese alguien soy yo.
Tan lejos y a la vez tan cerca.
Astroneer es un juego que oculta su verdad: miramos a las estrellas soñando con conquistarlas y, cuando nos fijamos bien, lo único que estamos construyendo es una nueva cabaña del árbol. Cuando conseguimos la tecnología para surcar el espacio, resulta que solo podemos volver a tomar tierra en nuestro planeta de origen, el único sitio en el que Dios, el Big Bang o como queráis llamarlo nos ha permitido vivir. ¿Dónde podríamos estar mejor que en casa? Aunque nos empeñemos en convertirla en un nuevo planeta.