Cuando música, ambientación e historia engranan excelentemente en un videojuego, se crea un nexo entre jugador y videojuego que consigue sumergirlo en un mundo virtual, de tal manera, que se transmiten una serie de sensaciones y experiencias incomparables.
[dropcap]H[/dropcap]oy en día, a mis treinta y siete años de edad, y más de 27 con un mando en las manos, he tenido la oportunidad de disfrutar de un gran número de videojuegos; The Legend of Zelda: A Link to the Past, Final Fantasy VII, Final Fantasy IX, Illusion of Time… y una casi interminable lista de títulos del género RPG, es el que más horas de juego, a diferencia Super Mario Kart de SNES que se convirtió en el reto personal de mi juventud, me ha ocupadp. Pero pocos de ellos lograron sumergirme en su mundo de fantasía, leer sobre ellos y dedicar mi poco tiempo libre en descubrir un poco más sobre su mundo. Ese fue Ni no Kuni, que al margen de mis obligaciones personales y laborales, me terminó atrapando en su mundo lleno de magia, un videojuego que años después, terminó despertando de nuevo el niño que hay en mi interior.Considero que Ni no Kuni es una de las obras mágicas de Level-5 y es innegable que parte de esa magia proviene de la factoría Studio Ghibli. Y es que el trabajo de Akihiro Hino fue capaz de devolverme a esa época en la que soñaba con los mundos de grandes obras a las que jugaba en mi juventud, en la que dedicaba las horas muertas en ilustrar en un bloc de dibujo. En las que imaginariamente me sumergía durante ese incómodo silencio que recorría el aula de las clases de EGB. En las que pasaba horas y horas en casa agarrando ese mando, tomando notas, o tratando de traducir esos textos en su mayoría, en inglés.
Personalmente considero que Ni no Kuni no es un simple videojuego del género RPG, hablamos de un mundo de fantasía creado por Hino y convertido en videojuego de una manera absoluta por la factoría Ghibli. Sin duda alguna, esta obra invita al jugador a sumergirse en un mundo que no pasa el tiempo, lleno de personajes pintorescos, emociones, peligros… En el que cada elemento que nos encontramos goza de personalidad propia. La influencia de Studio Ghlibli no podría estar mejor representada en un videojuego como pasó con Ni no Kuni.
Hablar del mundo de Ni no Kuni es hablar de fantasía, de color, de magia, de amor, de sensaciones inherentes… De un mundo fantástico del que solo hemos tenido la oportunidad de descubrir una pequeñísima parte del mismo. Un mundo en el que como Atreyu, tras leer una y otra vez las páginas de «La historia interminable», nos adentramos tras escuchar ese beep al encender nuestra consola y agarrar el gamepad. Un mundo, en el que el pequeño Oliver, en su periplo por recuperar a su querida madre, nos sumergió por primera vez de una manera inconsciente y en el que muchos de nosotros quedamos atrapados desde entonces.
Hoy por hoy ese mundo sigue expandiéndose con la historia de Roland y el rey Evan, acompañándolos de cerca a recuperar el trono arrebatado, conociendo un nuevo reino, personajes, situaciones variadas, lugares y experiencias, y en el que además de una nueva aventura, se escribe una página más en la historia del universo de Ni no Kuni.
Con esto quiero expresar mi más sincera enhorabuena al trabajo que Level-5, al Studio Ghibli, y en especial al gran Akihiro Hino, creador de este gran universo en 2011 y al que siempre volveremos cada vez que ponemos a funcionar nuestra consola. Porque Ni no Kuni nunca representará una simple franquicia de videojuegos, sino un mundo que podremos visitar una y otra vez en cada una de sus entregas, las cuales espero que no sean pocas.