Cóctel de diseño inteligente
Un hombre con camisa blanca y pantalones rojos cae desde lo alto de un edificio. Así es como comienza “The Red Strings Club”, el último trabajo del estudio español Deconstructeam, con un desconocido que cae al vacío y que nos lleva a preguntarnos quién es este personaje y qué circunstancias son las que lo rodean.
[dropcap]E[/dropcap]l último título de los autores de “Gods Will Be Watching» está plagado de decisiones inteligentes y sencillas, como la mecánica de elaborar distintos cócteles para avanzar en la trama obteniendo información desde el bar que da nombre a una aventura gráfica con un fuerte componente narrativo cuyo final ya sabemos desde el principio: Aquí lo importante no es el destino, si no el viaje.
El final al que vamos a llegar todos es el mismo, pero el cómo lo hagamos depende de nosotros. No hablo de un aspecto restringido únicamente al juego, si no de las sensaciones que se transmiten al jugador más allá de la pantalla. Con una gran cantidad de artículos escritos ya sobre él que van desde análisis más puramente objetivos hasta otros en los que se habla sobre su forma de tratar las enfermedades mentales o los conceptos mitológicos de los que se vale para desarrollar su narrativa, no puedo evitar pensar que mi único aporte pueden ser mis propias vivencias con el juego.
Jugué a “The Red Strings Club” en casa de un amigo, ese puede ser el principal elemento diferenciador de mi experiencia respecto a la gran mayoría de la gente y, en un título concebido como una aventura gráfica para un solo jugador, creo que este hecho cobra especial relevancia en mi forma de percibirlo: Lo que para el resto eran decisiones personales acerca de cómo ven e interpretan el mundo a la hora de seleccionar unas opciones u otras en la trama para mi se convertía en un debate en el que intentar explicar los motivos que me llevaban a querer elegir una opción u otra a la vez que intentaba comprender los que se me exponían a mi.
En un momento de la aventura la androide Akara confiesa a Donovan que en caso de no poder evitar que el plan de Bienestar Psíquico Social se lleve a cabo ella sería la encargada de establecer sus límites y nos pide instrucciones: “¿Debo dejar que la gente se suicide? No”, “¿Debo permitir la violación? No”, “¿Debería dejar que la gente cometa asesinatos? No”, hasta aquí todo nos parecía algo obvio con lo que ambos estábamos de acuerdo, y entonces Akara preguntó: “¿Debería permitir que existan tipos de odio como la xenofobia o la homofobia?” Duda. Hasta ahora Akara había hablado de acciones directas como el suicidio, la violación o el asesinato, sin embargo ahora hablaba de “permitir que existan tipos de odio” ¿Qué implicaba esto? ¿Acciones violentas hacia esos colectivos odiados? ¿Únicamente la existencia de esos pensamientos?, responder a esas preguntas tampoco era fácil y no, uno de nosotros no era un monstruo, el argumento era si quizás no se debería trabajar por eliminar ese odio educando a la gente y no mediante un implante neuronal. Los debates que el título es capaz de provocar gracias al planteamiento inteligente que hace en sus preguntas es algo digno de aplaudir, algo que incluso me preocupa se lo haya perdido la mayoría de la gente por jugar el título en solitario: Debatir es bueno, pensar es bueno.
Cuando acaba el título quien cae desde lo alto de un rascacielos ya no es un desconocido, es Brandeis, el hacker que se ha jugado la vida para acabar con la conspiración que estaba en marcha, la pareja de Donovan al que llama por teléfono mientras se precipita hacia su muerte y presenta una última elección: Decir “Te quiero” o destapar al responsable de la conspiración para intentar salvar al mundo. Esas sensaciones mencionadas antes sobre cómo llegas al final del juego, con esta situación se volvía a abrir un debate final: ¿Seguir intentando salvar al mundo y mantener mi papel de jugador o darle a Brandeis y Donovan el descanso y la paz que ahora siento que merecen? ¿Habría preocupado Brandeis aún más a Donovan o habría querido ante todo que supiera que lo ama? Una última elección, un último debate: ¿Seguir siendo un héroe o humano?