Shame Legacy – Análisis

Shame Legacy

¿Un pueblo alejado de la mano de Dios donde la única verdad es la que ofrece una secta? ¡Vacaciones, allá voy!

Shame Legacy, un survival horror en primera persona que nos pone en la piel de William quien aparece con una herida muy fea y sin demasiados recuerdos… ¿Conseguiremos saber qué ha pasado?

“Os traigo paz”

Como digo, de la historia poco o nada sabemos. William despierta en mitad de la nada con una herida en el torso bastante fea y sin recordar nada en absoluto.

Nos disponemos a avanzar por el bosque para ver a dónde vamos a parar mientras nos guían unos carteles y alguna que otra luz. Así llegamos al primer sitio, el típico granero americano que no suele ofrecer nada bueno. Y así es, el granero solo arroja gritos desesperados de una mujer y regocijo por parte del hombre que la está torturando.

Lo mejor es que como la cosa no va con nosotros continuemos buscando alguna señal.

Iremos recordando poco a poco quienes somos, que tenemos (o teníamos) familia… recordamos el pueblo, la secta… a nuestro padre…

Y es que el juego no se llama Shame Legacy por nada, al parecer nuestro padre es el mayor infame de la historia recordada y nosotros somos su hijo… menuda puntería.

La historia (sin haceros spoiler) no tiene mucha chicha y se pierde en gran medida porque nuestra prioridad es sobrevivir sin saber muy bien a qué. Durante todo el juego son pocas las escenas explicativas que tenemos y no es hasta el final donde vamos descubriendo un poco más quiénes somos, qué pintamos ahí y cómo salir de esta.

Corre o muere

El juego se desarrolla básicamente mientras corremos, huimos o nos escondemos.

William quiere sobrevivir a toda costa, pero no piensa en que con un arma sería mucho más sencillo huir de los aldeanos que vagan por la zona buscándonos con sed de sangre.

Así que, vamos sin armar por un pueblo que no recordamos plagado de obstáculos que impiden que avancemos como en un campito de rosas…

Aquí entra en juego nuestra astucia y considero que tiene especial relevancia el sigilo (eso que sabéis que se me da taaan bien), pero por mucho que lo controlemos, el juego puede hacerse algo cansino.

Debemos avanzar controlando el ruido que hacemos para que los enemigos no nos oigan, pero tampoco pueden vernos… sumamos que hay bastantes, que se mueven y que tienen el oído muy fino para parecer medio muertos… A los enemigos que deambulan, añadimos gente crucificada que lo está pasando regular y se pone a gritar cuando nos acercamos alertando a todo el pueblo.

Por otro lado, hay un monstruo envuelto en llamas que sale de la nada y solo nos permite correr como alma que lleva el diablo para huir de él.

Esta parte es algo frustrante ya que hay bastantes enemigos, a veces podemos defendernos y a veces no, no solemos oír por donde nos viene el enemigo…Al final o somos muy hábiles o nos toca ensayo-error hasta dar con la clave.

Esta acción se intercala con pequeños puzles y zonas ligeramente tranquilas que nos ofrecen un buen merecido descanso tras tanta tensión. Además, en las zonas de avance tipo laberinto, solemos contar con edificaciones donde (creo) que los enemigos no entran y podemos respirar un poco. Incluso conviene entrar ya que suelen ser zonas donde podemos encontrar páginas de un libro que nos darán algo de contexto a la historia.

Ay, que me da algo

Como cualquier ser humano en su sano juicio, William no es Bruce Willis, por eso no vive preparado para lo que encuentra.

Imaginaos que recuperáis el conocimiento y tenéis un tajo enorme en el torso y paseais por un pueblo minado de gente que quiere mataros… Lógicamente William al conseguir zafarse de un enemigo o al oír durante un ratillo los gritos agónicos de los crucificados, sufre un ataque de pánico que sólo se para al consumir unas botellitas de elixir repartidas por el mapa (todo el mundo sabe que es whisky, no engañamos a nadie).

El problema es que las botellas siempre van sin tapón por lo que William no puede llevarlas encima, además, son de cristal, imagina que se rompen… menudo estropicio. Mucho mejor contar con encontrar alguna en el momento que lo necesitemos ya que si estamos en pleno ataque de ansiedad y nos encuentra un maloso, no podremos librarnos de él y moriremos irremediablemente.

En cuanto a quien está jugando, igual no llegamos al ataque de pánico, pero también es bastante sufrido. No hay apenas momentos de tranquilidad en los que el avance sea despreocupado: o corremos o nos ocultamos o avanzamos a paso tortuga para no alertar a nadie y morir.

Un sufrimiento continuo, vaya, menos mal que dura unas escasísimas 5 horas.

Enhorabuena, no estás muerto

Cuando completemos el juego, habremos entendido nada, poco o medio la historia y nuestro cometido, depende de lo al loro que hayamos estado y es que un fallo del juego es que está con voces en inglés y textos en castellano, pero los textos aparecen muy pequeños y mientras avanzamos (no siempre) por lo que si estamos con la concentración puesta en huir… no hay quien lea.

Lo que sí es seguro es que tendremos una ligera sensación de haber jugado a una mezcla de muchos juegos y es que Shame Legacy a mi parecer bebe de muchos otros juegos. En cuanto a la ambientación, los enemigos y demás me recordaba mucho a The Chant o a Resident Evil Village, los puzles me querían recordar al Seven Doors, la manera de pasar desapercibido como en el Maid of Sker y el tema de la secta es algo recurrente.

Con esto no quiero decir que me parezca una copia, son muchas las veces que un juego me recuerda a otro, solo digo que al final considero que apenas ofrece innovación y que, aunque es un juego que engancha y entretiene, no aporta casi nada que no hayamos vivido antes.

Gráficamente tampoco es una locura, aunque creo que sirve para crear esa atmósfera de tensión y miedo que nos envuelve de principio a fin como pasaba en Blair Witch. No es un juego innovador ni sorprendente, pero cumple.

*De acuerdo con nuestra política, informamos a nuestros lectores que este título ha sido jugado gracias al envío de una copia de prensa por parte de Meridiem Games. Se jugó a la versión de PlayStation 5

Shame Legacy
Shame Legacy
Breve pero intenso
Shame Legacy es un juego corto para que no te de un infarto. Si durase más, seguramente acabarías con la camisa de fuerza. Su tensión constante hace que apenas se disfrute como conjunto global, pero mucho como survival horror. Una pequeña muestra de terror que mantiene alerta a quien lo juegue durante las 3-4 horas que puede durar. La poquísima información que tenemos sumada al hecho de que no haya un mapa ni un camino que seguir hacen que sea una auténtica paranoia recorrer el pueblo. Un juego que engancha aunque solo sea por ver cómo salimos de este maldito pueblo.
7